El atractivo de lo decadente puede generar colores brillantes. El romanticismo de lo insalvable. Una alegría absurda pero muy esencial. ‘En el hotel’ brota desde una fosa oscura pero su melodía lo tiñe todo con una luminosidad reparadora en un seductor contraste. La canción crece poco a poco en fondo y forma, rellena sus silencios y culmina en el estribillo, fogonazo de una cerilla a cámara lenta. Una voz a coro que, una vez oída, se convierte en obligatorio gritar a modo de mantra. El hotel, las cuatro paredes, el hogar, la metáfora infinita para la música. He aquí una nueva intención: el recuerdo desmoronado que, una vez superado, se blinda de dulce magia.
Guille Santa-Olalla es un músico nacido en Baza, en la musicalmente prolífica provincia de Granada.
4 años de piano en su infancia, el paso por el Conservatorio, un par de bandas, 2 años de su vida en Budapest que le cambiaron la vida, luego llegó su primer álbum, más tarde un EP y ahora por fin alumbrará un nuevo trabajo, apoyado a través de crowdfunding por sus fieles seguidores.
Al escuchar a Guille Santa-Olalla, cierras los ojos y te llegan ecos del más poético Leiva, del Quique González más americano o de un Pedro Pastor muy íntimo. Sus canciones han nacido para ser escuchadas en directo, y Guille, con su look inconfundible, ha pateado la mayoría de cafés-teatros del país para enseñarlas ante cualquier audiencia.